Por: Yusmary Castro
Con el fenómeno migratorio creciente, ahora son más comunes algunas palabras, expresiones y usos lingüísticos de varias regiones de Venezuela en el municipio histórico de Villa del Rosario, en Norte de Santander. En este sitio fronterizo que cuenta con una economía basada en el rebusque y comercio informal a través del río Táchira, no es extraño encontrar en casi cada esquina un pequeño espacio comercial que posibilita la compra de pocas cantidades de comida, ropa, gasolina, calzado y víveres para la canasta familiar, evitando largos desplazamientos hasta los centros comerciales y grandes supermercados de la ciudad.
El Edén es una tienda o “bodega” como le dicen los venezolanos ubicada en el barrio Gran Colombia, en el municipio de Villa del Rosario, donde doña Tulia Santos y su familia que siempre están a la orden de las y los compradores, han tenido que aprender palabras como “pega”, “tang”, “ace”, “coleto”, “papel tole”, “vainitas”, “refresco”, “parchita”, “cambur” y “lechosa” para despachar rápidamente a las nuevas familias que han llegado al barrio. Pero también Wilmar Cordero, junto a su familia y los otros vecinos nuevos (venezolanos), han tenido que aprender a pedir “colbón”, “fresco royal”, “jabón en polvo”, “trapero”, “papel higiénico”, “habichuela”, “gaseosa”, “maracuyá”, “banano” y “papaya” para llegar rápido a la casa con el mandado. En el Edén como en los demás pequeños espacios comerciales de esta zona de frontera, es común encontrar una silla en el exterior del negocio donde ahora también se sientan los chamos, panas y carajitos mientras preguntan por los productos que necesitan y gracias a este contacto permanente se han creado nuevos lazos donde se aprende siempre algo nuevo, se comunican mejor y se fortalece el tejido social y el flujo normal de este intercambio cultural fronterizo.
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