Por: Eira Gonzalez[i]
En Venezuela, el panorama cambió de manera radical pues transitar por las fronteras colombo-venezolano se ha convertido en una pesadilla para los viajeros y migrantes que tratan de salir del país por la crisis económica, social y política.
La frontera colombo-venezolano han sido testigos de las penurias que pasan miles de venezolanos que tratan de cruzar la frontera en busca de una calidad de vida; muchos han sido víctimas de robos, violaciones, maltratos y vulneraciones de sus derechos por los cuerpos de seguridad y grupos al margen de la ley que azotan en las zonas fronterizas.
En el municipio Guajira del estado Zulia en Venezuela, cruzar la frontera de Paraguachón tiene una gran controversia, disyuntiva o incongruencia ya que durante el día sólo accede por esta vía los peatones. Los pasos más utilizados por los venezolanos son las diferentes “trochas” o caminos verdes que hacen vida en esta región fronteriza, una de las más conocidas son “La Ochenta” y “La Cortica” donde se maneja un gran índice de inseguridad.
Desde la ciudad de Maracaibo hasta el municipio de Maicao- Colombia, hay más de 30 puntos de control de los cuerpos de seguridad desplegados a lo largo y ancho de la carretera internacional troncal del caribe n° 6. Muchos migrantes denuncian el abuso de poder de los funcionarios que obligan a viajeros a dejar multas en cada punto, sea porque viajan sin documentación o que viajan con menores de edad sin permiso de las instancia correspondiente llámese el consejo de protección del niños, niñas y adolescentes o la intendencia de cada residente.
Y la más cruel realidad son lo que les toca meterse por las trocha, de unos 25 minutos de recorrido que muchas veces se convierten en una pesadilla ya que los grupos que cobran vacuna en este paso simplemente amanecieron con ganas de cobrar más caro, tal vez no sea todo los día, pero es una lotería pasar sin novedad por estas trochas.
“Me voy con el corazón roto porque dejo a mis tres hijos con mi mamá pero la situación país que vivimos me obliga hacer esto. Salí desde Barquisimeto, el lunes 25 de agosto apenas voy llegando a Maicao me falta mucho camino que recorrer porque voy a Bogotá… lo que más me sorprendió fue que pagamos más de 50 mecates en la troncal porque si no pagamos nos robaban”. Narró Gisela Espina, oriunda de la cuidad de Barquisimeto- Venezuela.
En la frontera del Táchira con Cúcuta se pudo observar que los venezolanos cruzan la frontera en busca de alimentos, medicinas y muchos en busca de una mejor calidad de vida; pero la realidad es alarmante ver cantidades de niños durmiendo en las aceras y las plazas. En el sector llamado “La Parada” en Cúcuta, donde se observa las cantidades de alimentos, medicinas expuestas al sol sin ninguna supervisión.
Conversamos con Junior Estrada, quien cruzó el puente internacional Simón Bolívar, desde hace dos años: “Estar en Colombia no es fácil porque hay empezar una nueva vida; llevo dos años vendiendo agua y café para poder enviar algo a mis hijos porque la comida en Venezuela esta carísima. A pesar que duermo en las aceras sigo lleno de esperanza para sacar adelante a mis tres hijos”.
En las fronteras se han incrementado los trabajos informales, la prostitución, la extracción de combustible, la trata de personas, el trabajo infantil y sobre todo la inseguridad que azota gran parte de la frontera colombo-venezolano una realidad que no ha tenido ninguna respuesta por parte de ambos gobiernos que han dejado a las fronteras al merced de quienes han hecho de la frontera un espacio peligroso.
[i] Eira Gonzálezreportera de frontera Entre Parceros y Panas, radio Fe y Alegría Paraguaipoa
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